Si estás embarazada o dudas que tus pequeños se alimenten como deben con los menús de estas fiestas, no te preocupes. Tomando algunas precauciones, es posible transformar los platos más clásicos en alimentos sanos y equilibrados.
Si estás embarazada o tienes un bebé, es normal que los menús navideños te preocupen. El salmón, el cava, los mariscos... todo se puede saborear sin que nos sintamos excesivamente culpables, tomando algunas precauciones.  
Los moluscos con concha
Los mejillones, las almejas y los moluscos, en general, cada vez aparecen con más frecuencia en el menú de Navidad, a veces, incluso acompañados de las preciadas ostras. Son muy ricos en proteínas, pero suelen resultar bastante indigestos y requieren unas normas de higiene muy estrictas.

Así, sí
• Sí, a los moluscos en el menú de los niños, pero no antes de los dos años (debido a su contenido en tejido duro conectivo, que es difícil de digerir).
• Sí, siempre que estén bien cocidos (también hay que cocer las ostras, en el caso de que las consuman niños o embarazadas).
Así, no
• No, si los moluscos no están vivos antes de cocinarlos, algo que es muy fácil de comprobar: si se tocan, sus valvas se cierran fuertemente. Asimismo, hay que realizar un control después de la cocción: los ejemplares todavía cerrados deben descartarse.
• No, a los moluscos crudos. No merece la pena correr ni el más mínimo riesgo.

Los crustáceos
La langosta, las gambas y otros crustáceos tienen carnes magras, con un magnífico contenido en proteínas de gran valor. Recientes estudios también han demostrado que, al contrario de lo que muchas personas creen, los crustáceos no son especialmente ricos en colesterol. No resultan muy digestivos, es indudable, pero, si se toman algunas precauciones, también pueden tener cabida en la mesa de los niños, a partir de los dos años.

Así, sí
• Sí, siempre y cuando los crustáceos sean muy frescos. En general, su carne suele ser de un color blanco rosado, que rápidamente se vuelve amarillo verdoso. El caparazón externo también cambia de color progresivamente y adquiere unas manchas negras.
• Sí, si se cocinan de la forma más sencilla (cocidos o a la plancha), para degustar mejor su sabor, pero también para evitar que la digestión resulte aún más pesada.

Así, no
• No, en absoluto, si se tiene alguna duda sobre su frescura (han de oler a mar y no deben desprender un aroma a amoníaco).
• No, en el caso de las langostas frescas, si no se venden vivas. La ley obliga a comercializarlas así, precisamente, para proteger su frescura.
• No, si están “anegadas” en salsas grasas que tengan muchas calorías.

El caviar
Se ha puesto de moda, pero sólo debe tomarse en cantidades mínimas, debido a su gran contenido en colesterol, grasas, sal y sustancias (base purínica), que el organismo tiene dificultades para eliminar. Un dato positivo: normalmente, a los niños no les gusta.
Así, sí
• Sí, a un poco de caviar, siempre que se trate de auténticas huevas de esturión. Ofrece varios aspectos positivos: al margen de su excelente e inimitable sabor, no contiene aditivos y resulta casi imposible tomarlo en grandes cantidades, pues su precio es comparable al del oro.
• Sí, a una posible alternativa autóctona al caviar: las huevas de atún. Su precio es mucho más asequible y es un producto igualmente natural, sin aditivos. Asimismo, en pequeñas cantidades, se presta a realizar platos sabrosos, adecuados para los niños y para las futuras mamás.
Así, no
• No, a los sucedáneos (los más comunes son las huevas de lompo), que, en general, suelen ser un concentrado de aditivos.
• No, en cualquier caso, a las cantidades excesivas: como máximo, una cucharada.

Los brindis con alcohol
El alcohol es una sustancia potencialmente tóxica. Tan sólo hay que partir de esta premisa para darse cuenta de que no comporta ningún tipo de beneficio para nuestra salud. En este caso, simplemente, se trata de reducir el perjuicio al mínimo, tomándolo en ocasiones especiales y siempre en pequeñas cantidades.
Así, sí:
• Sí, a las bebidas alcohólicas sólo para los adultos (no, para las embarazadas) y en pequeñas cantidades: 40 gramos de alcohol al día es la cantidad que se considera tolerable para los hombres, y 20 gramos, para las mujeres. Estas cantidades se concretan en dos copas de vino en las comidas, para los hombres, y una copa, para las mujeres.
Así, no:
• No, a tomar alcohol en el aperitivo: sus efectos son peores con el estómago vacío.
• No, al alcohol para los niños, ni siquiera para “mojarse los labios”: nunca es demasiado tarde para probar las bebidas
alcohólicas.
• No, al alcohol para las embarazadas: está comprobado que no existe una cantidad mínima de seguridad; incluso, los pequeños sorbos pueden dañar al feto.
El turrón
Es un dulce muy popular en nuestro país, y se puede encontrar en todas las variedades posibles: duro, blando, de yema tostada, cubierto de chocolate, aromatizado… Tanto los niños como las futuras mamás pueden consumir turrón, siempre y cuando se sigan unos criterios específicos.
Así, sí:
• Sí, al turrón, pero sólo si es de excelente calidad: los frutos secos y la miel deben figurar en los primeros lugares de la lista de ingredientes.
• Sí, si es el único dulce, y no el goloso acompañante de otro postre.
• Sí, si se utiliza en pequeñas cantidades como ingrediente de postres ligeros. Las versiones más duras, una vez desmenuzadas, se prestan a enriquecer una buena macedonia: un par de cucharadas de turrón desmenuzado son suficientes para dar un toque especial y saludable al postre.
Así, no:
• No, a los productos de calidad perecedera, que contienen espesantes (por ejemplo, almidón) y pocos frutos secos.
• No, a los turrones blandos “gomosos”, que, además de ser de mala calidad, tienden a adherirse a los dientes, facilitando la aparición de caries. El turrón blando también tiene que disolverse en la boca, sin hacerse una masa.
• No, a picar repetidamente durante todo el día. El turrón es un postre en toda regla, y no un simple tentempié.

Las frutas exóticas
Mango, papaya, lichis… Las frutas exóticas, tan buscadas en los últimos años, suelen tener un considerable valor nutritivo: proporcionan una gran cantidad de vitaminas, sobre todo, la C y la A, y son ricas en azúcares simples, fibra y elementos minerales. Naturalmente, para llegar a nuestros mercados, necesitan un tiempo determinado. Sin embargo, las técnicas de conservación durante el transporte que se emplean hoy en día han mejorado mucho, y los productos, además de ser seguros, conservan sus características nutritivas fundamentales.
Así, sí:
• Sí, en especial, a la piña fresca: es ligera y contiene bromelina, una enzima que destaca por sus propiedades digestivas. Precisamente, debido a su acción digestiva, la piña suele acompañar a platos de carne, pescado y jamón, y es ideal para culminar cualquier comida.
• Sí, especialmente, a la papaya: también contiene una sustancia enzimática, la papaína, que favorece la digestión de las proteínas.
Así, no:
• No, al aguacate servido como una fruta: tiene una composición especialmente rica en sustancias grasas, lo que, además de elevar considerablemente el aporte calórico, obstaculiza la digestión al final de la comida. Es preferible servirlo en pequeñas cantidades, como entrante.
• No, al coco: aporta una cantidad enorme de grasas (en gran parte, saturadas), así como  de calorías, y resulta difícil de digerir.